Sahin
Había un pobre hombre que siempre soñaba con ser rico, lo único que tenía era una pequeña casa de campo y el apoyo de la gente. Conocía a todo el mundo, se llevaba bien con todos y había algo muy valioso que tenía, aunque todavía no se había dado cuenta.
Un día mientras caminaba hacia el río pero, en la presa que había construido para que no pasara el agua, giró la cabeza hacia la tierra y había algo brillante. Dijo: ¡Una pepita de oro! Miró bien y todo estaba cubierto de pepitas de oro. Cogió todas las que pudo y volvió con dos cubos, los llenó de pepitas y fue corriendo a casa. Con el dinero montó una gran empresa de pepitas de oro. Fue ganando dinero hasta que se dio cuenta de que había cumplido su sueño: era rico. Pero cada vez se fue volviendo más egoísta y perdiendo amigos.
Un día, su mejor amigo le pidió un favor: ¡Por favor, Sahin, préstame dinero! Tengo que operar a mi hijo y no le puedo pagar la operación, te lo devolveré. Sahin le respondió: ¡No! Perdería dinero, no puedo hacerlo.
El rumor corrió por el pueblo hasta que todo el mundo lo supo y desde ese momento nadie nunca volvió a mirar o hablar a Sahin.
Tenía todo lo que necesitaba al momento menos algo muy importante: no volvió a ser feliz.
No es más feliz el que más tiene,
sino el que menos necesita.
Fernando 3º B
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