lunes, 6 de febrero de 2012

Cuentos al estilo del Conde...Lucanor

El verdadero amor y el falso amor

En cierta ocasión, el príncipe Vandemkiben IV, heredero al trono de Indilandia, uno de los tres reinos de las islas flotantes sobre los océanos, que en este caso era el océano Índico, estaba hablando con uno de sus hermanos, Vandemkibon. Este era su hermano menor, aunque más sabio y más maduro. El príncipe Vandemkiben le dijo:
-Valdemkibon, tú sabes lo popular que soy con las damas y aunque nunca me he interesado por ninguna, el otro día conocí a una que no tenía el mínimo interés por mí y me enamoré enseguida. Intenté conquistarla, pero no acepta nada de lo que le doy. ¿Cómo puedo conquistarla?
-Hermanito- dijo Vandemkibon- conozco una historia parecida a la tuya, ¿pero qué me das a cambio de contártela?
-Bueno, te regalaré una vuelta por los tres reinos, ¿te vale?
-Sí, me vendrá bien para mi investigación del instituto-dijo Vandemkibon.

Vandemkiben le preguntó de qué trataba esa historia, a lo que su hermano respondió:
-Hermanito, hubo una vez un príncipe heredero al trono que, pese a tener 25 años, no sabía nada sobre el amor.
Un día los reyes le presentaron a él y a su hermano, una hermosa chica, que sería la prometida del príncipe que la conquistara primero. Ella no estaba interesada en ninguno de los dos, sin embargo, el príncipe heredero se interesó en ella al oírla hablar. En cambio, su hermano perdió todo el interés al saber su edad.
Aunque el príncipe heredero tenía el camino libre, solo podía casarse con ella si la conquistaba. Le ofreció dinero, joyas, fama, felicidad eterna..., pero nada funcionó. Al ver que no funcionaba, intentó parecer una persona interesante y popular delante de ella, pero tampoco funcionó. Cuando perdió las esperanzas, decidió amarle en secreto y forjar una amistad con ella, para no perder el contacto.
Pasados unos años, forjaron una amistad muy fuerte y tenían mucha confianza entre ellos, pero el príncipe heredero seguía enamorado de ella.
Un buen día, en el baile real, la chica fue la pareja del príncipe heredero. Estaba tan hermosa que el corazón del príncipe iba a explotar. Ese día el príncipe le confesó sus sentimientos, pues ya no podía seguir manteniéndolos en secreto. Al oír la confesión, Górdona, la chica, respondió:
-No tenía ni idea de tus sentimientos, pensé que lo del principio era solo tonteo. La verdad es que yo también me siento así por ti, pero no sabía cómo decírtelo.
El príncipe heredero quedó muy sorprendido ante su respuesta, los ojos le brillaban de felicidad, y dijo:
-Pero, ¿por qué ahora sientes algo por mí y antes no?
A lo que Górdova responde:
- Porque el amor no se puede comprar ni con joyas, ni con dinero, ni con una falsa personalidad, sino que se consigue siendo uno mismo, amando de verdad a esa persona y teniendo confianza con ella.
Al oír aquello, el príncipe heredero le pidió la mano y a los seis meses se convirtieron en rey y reina.
-En cuanto a ti, hermanito, concluyó Vandemkibon-, no puedes conseguir su amor por tener buena apariencia y ser un príncipe rico y poderoso, sino ganándote su amor, siendo tú mismo y poder merecerte a esa chica.
A Vandemkiben le ayudó este consejo. Acabó casándose con ella y gobernaron el reino juntos.
Y como a Doña Imán le parecía este ejemplo muy bueno, lo mandó copiar en este cuento y compuso estos versos que resumen la moraleja del ejemplo.

El dinero y la apariencia pueden comprar el falso amor,
pero el amor verdadero, sin esfuerzo, solo será dolor.

Iman 3ºB

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