La vida le había sonreído con un hijo sano y fuerte. Algunas noches cuando estaba desocupado recordaba cómo una noche, mientras dormía, se le aparecía en sueños una joven hermosa, que enamoraba con solo mirarla. Ella estaba muy enamorada del granjero y hacía todo lo que estaba en su mano para que él se fijara en ella. Pero él no tenía tiempo para nada más que su hijo y para la granja.
El granjero estaba muy orgulloso de su hijo, porque ayudaba en la casa. Además hacía las tareas del colegio y jamás le escuchó quejarse.
La granja daba lo suficiente para vivir. Tenía 300 gallinas que producían huevos, que Abel vendía en los supermercados de la zona. Criaba cerdos y vacas que le daban leche; todo funcionaba bien y el granjero lo tenía todo controlado...o eso creía él.
Una mañana, Borja, que así se llamaba el hijo de Abel, descubrió un gran agujero en una de las alamabradas donde se encontraban las gallinas.
¡Qué horror! Habían desaparecido las vacas y solo quedaban unos cuantos cerdos. ¿Dios mío? ¿Cómo se lo diré a mi padre?
Corrió y llegó a su casa sin aliento.
-Papá, han desaparecido los animales.
Abel salió corriendo y descubrió que Borja estaba en lo cierto. Borja y Abel fueron a dar una vuelta por los alrededores, Abel no encontró nada. Tras dos horas de búsqueda, no encontraron ninguna pista sobre los animales.
Al final se fueron para casa. Por la mañana Abel se levantó con la idea de ir a denunciar lo que había pasado, pero de repente apareció la hermosa joven de sus sueños, que quería conquistarle. Él la ignoró. Por la noche, la joven insistió en que no le dejaría en paz, que nadie le había rechazado nunca. El granjero le dijo que era hermosa pero que no tenía tiempo para nada y mucho menos para el amor.
La joven se volvió cada vez más loca por el granjero y decidió seguir haciéndole la vida imposible. Y claro, cuanto más molestaba al granjero, este más la odiaba. Este decidió comprar miles de ratones para asustarla y que la dejara en paz, pero ella en un segundo convirtió a los ratones en rojas rojas y bonitas.
El granjero, desesperado, decidió darle una oportunidad, la joven contenta se arregló y fue con él. Hablando y hablando, el granjero empezó a sentir simpatía por ella, pero la chica cometió el error de decirle que era ella la que había robado su ganado.
Abel salió huyendo, pero se dio cuenta de que la joven maga le había hecho sentir algo que desde hacía mucho no sentía.
Todo volvió a la normalidad excepto que la maga desapareció y el granjero pasó mucho tiempo pensando en ella.
Ella volvió arrepentida de lo que le había hecho sufrir, pero eso forma parte de otra historia.
Marlén. 3ºD
El granjero estaba muy orgulloso de su hijo, porque ayudaba en la casa. Además hacía las tareas del colegio y jamás le escuchó quejarse.
La granja daba lo suficiente para vivir. Tenía 300 gallinas que producían huevos, que Abel vendía en los supermercados de la zona. Criaba cerdos y vacas que le daban leche; todo funcionaba bien y el granjero lo tenía todo controlado...o eso creía él.
Una mañana, Borja, que así se llamaba el hijo de Abel, descubrió un gran agujero en una de las alamabradas donde se encontraban las gallinas.
¡Qué horror! Habían desaparecido las vacas y solo quedaban unos cuantos cerdos. ¿Dios mío? ¿Cómo se lo diré a mi padre?
Corrió y llegó a su casa sin aliento.
-Papá, han desaparecido los animales.
Abel salió corriendo y descubrió que Borja estaba en lo cierto. Borja y Abel fueron a dar una vuelta por los alrededores, Abel no encontró nada. Tras dos horas de búsqueda, no encontraron ninguna pista sobre los animales.
Al final se fueron para casa. Por la mañana Abel se levantó con la idea de ir a denunciar lo que había pasado, pero de repente apareció la hermosa joven de sus sueños, que quería conquistarle. Él la ignoró. Por la noche, la joven insistió en que no le dejaría en paz, que nadie le había rechazado nunca. El granjero le dijo que era hermosa pero que no tenía tiempo para nada y mucho menos para el amor.
La joven se volvió cada vez más loca por el granjero y decidió seguir haciéndole la vida imposible. Y claro, cuanto más molestaba al granjero, este más la odiaba. Este decidió comprar miles de ratones para asustarla y que la dejara en paz, pero ella en un segundo convirtió a los ratones en rojas rojas y bonitas.
El granjero, desesperado, decidió darle una oportunidad, la joven contenta se arregló y fue con él. Hablando y hablando, el granjero empezó a sentir simpatía por ella, pero la chica cometió el error de decirle que era ella la que había robado su ganado.
Abel salió huyendo, pero se dio cuenta de que la joven maga le había hecho sentir algo que desde hacía mucho no sentía.
Todo volvió a la normalidad excepto que la maga desapareció y el granjero pasó mucho tiempo pensando en ella.
Ella volvió arrepentida de lo que le había hecho sufrir, pero eso forma parte de otra historia.
Marlén. 3ºD