Pensé que llegaría enseguida: sin tener que evitar las zonas encharcadas, vadear los arroyos que se forman junto a los bordillos, dar un rodeo cada vez que encuentro una acera inundada, o andar de puntillas para no mancharme los pies de barro. Sin embargo, aún no he llegado. No me ha quedado más remedio que pararme a saltar en cada charco.
(De: nonecesitounblog.blogspot.com)